Yo empecé aprendiendo por mi abuelita desde muy niña, las mermeladas básicas como damasco, dulce de alcayota y membrillo. Luego por una necesidad en el año 2009 empecé a trabajar y vender mis productos.

 

En un momento complicado de unos de mis hijos tuve que pensar que hacer para salir adelante y poder comprar los costosos medicamentos. En esos días una amiga me dio el cupo para participar en un proyecto de cocinas solares, acepte y comencé a trabajar arduamente en más de 80 sabores diferentes que va desde lo tradicional, como papaya, alcayota y frutilla hasta lo no convencional como cebolla, ají y zapallo italiano.

 

Al Principio solo llevaba  una mesita para vender a la plaza mis productos, después pense si las hago en la cocina solar abarato costos, es una innovación y así empecé a aprender a hacer las conservas y mermeladas de esa manera, cada día tengo presente uno  de mis sueños más añorados: tener mi propia sala de ventas y poder exportar.